Los dispositivos conectados —ya sean relojes inteligentes, sensores industriales o electrodomésticos— están cada vez más presentes en nuestras vidas. Pero esta expansión del Internet de las Cosas (IoT) también amplía la superficie de ataques y hace que la seguridad sea algo que no se puede dejar para después. Un enfoque integral que abarque diseño, conectividad y protección de datos es la única forma de hacerlo bien.
1. Diseño de dispositivos seguros desde el origen
La seguridad debe incorporarse desde el inicio del ciclo de vida del dispositivo. Esto incluye el uso de elementos seguros como eSE (secure elements) o eSIM para asegurar la identidad del dispositivo desde su fabricación.
Una aproximación proactiva evita vulnerabilidades clásicas como contraseñas predeterminadas o firmware sin parches.
2. Conectividad adaptable y global
Los dispositivos IoT suelen operar en redes diversas —WiFi, 5G, LPWAN—, por lo que necesitan una conectividad que sea no solo fiable, sino también segura. El uso de canales cifrados, autenticación robusta y segmentación de redes es esencial para prevenir que un solo dispositivo comprometido ponga en riesgo sistemas enteros.
3. Protección de identidades y datos durante todo el ciclo
El dispositivo es sólo una parte del sistema. Mientras esté conectado, debe gestionarse su identidad (certificados, claves criptográficas) y los datos que genera o transmite deben estar protegidos en tránsito y reposo. Desde sensores médicos que envían datos vitales hasta cámaras inteligentes en el hogar —cada uno exige control y visibilidad constante.
¿Por qué es importante para profesionales de tecnología?
Para compañías, desarrolladores y responsables de IT, estos tres pilares son la base de cualquier estrategia de seguridad IoT. Ignorarlos puede traducirse no solo en pérdidas de datos sino en daños al negocio, reputación o incluso riesgos físicos.







